El patio lleno de macetas, un panal de abejas en una esquina, un poco de roció y la brisa de la mañana ni se siente cuando el sol de la mañana comienza a calentar la tierra húmeda y el aroma de la tierra junto con él las flores de las macetas hacen recordar algo a Doña Carmen. Cuando digo algo es porque ella ignora lo que intenta recordar, es casi como un baúl lleno de secretos pero sin razón un gran tesoro guardado y ella no sabe que intenta evocar su menta. Yo recuerdo cada vez que veo mi mano la marca de una quemadura de mi infancia en algunos de los constantes juegos pirotécnicos de pequeño, sin embargo, a doña Carmen ni las fotos la pueden hacer recordar. Salvador la saca del brazo como todos los días menos aquellos cuando el clima no lo deja, la sienta en una banca dejándola durante dos o tres horas, todo depende de cuanto trabajo en la oficina o llamadas se tengan que hacer para esperar a próximos clientes o como dice Salvador dinero en sacos de cuero curtido. Ella en su juventud no fue una mujer bella su encanto estaba en saber seducir a los hombres con guiñar un ojo o con un coqueteo suave de sus labios ¿Cuántos habrán vuelto después de varios días de enamoramiento con una margarita para entregarle su corazón y regresaban dejando un rastro de pétalos? Quizá en alguna ocasión se enamoro y estaba entregando más que su cuerpo, y por fin había considerado ser feliz terminar siendo como la mayoría, como aquellos que criticaban que conseguían el matrimonio para no sentirse en soledad. Sentirse amada por un sólo hombre toda la vida y después tener un bebe y si fuera un varón que creciera como su papa siendo todo un caballero. Quizá ese mismo temor la alejaba de ese sueño, pasar su vida siendo amada por el mismo hombre, sabiendo que podía tener los que quisiera y su bebe fuera un mujercita y creciera como su madre o como lo que fue antes de haberse casado. Quizá algunos la fueron abandonando y el papa de Salvador se encargo de doña Carmen y después de haber fallecido Salvador se encargo de cuidarla sabiendo que únicamente fueron grandes amigos. Quizá uno de sus enamorados la cuido y al sentirse impotente para cuidarla por su avanzada pérdida de memoria él la dejo en confianza de Salvador, vendió sus joyas para pagar los últimos días en un lugar donde la cuiden. Y doña Carmen esta sentada en su banca mira a un joven que se acerca donde ella se encuentra un joven con un papel en la mano, le quiere preguntar una dirección lleva cerca de una hora buscándola, pero el joven no puede preguntarle nada inmediatamente doña Carmen lo aborda pidiéndole abrir la puerta, el joven no sabe a que se refiere pero inmediatamente deduce lo deduce, se refiere al barandal y el joven intenta abrirlo pero un candado no se lo permite, el joven le explica a doña Carmen que no lo puede abrir el candado esta cerrado pero doña Carmen no lo entiende y empieza aponerse histérica queriendo salir, Salvador se encuentra en el interior haciendo unas llamadas y checando algunos trabajos pendientes, sale a ver la causa de los gritos y puede ver la escena completa el joven y doña Carmen discutiendo. El joven se percata de la presencia de Salvador quien salió de su oficina y lo puede ver haciéndole señas de que se aleje que ignore a la vieja pidiéndole ayuda para poder salir. El joven sorprendido se aleja dejando atrás las suplicas de doña Carmen por dejarla salir. Salvador regresa a su oficina después de haber ido por doña Carmen y sentarla nuevamente en su banca. Doña Carmen algún exaltada, sin embargo pronto olvidara, olvidara todo, y yo no vuelvo pedir una dirección a una anciana.

martes, 23 de junio de 2009

1 Comment:

Barto said...

heeeey excelente!!

me entono un chingo!!

 
Dama Azul - Wordpress Themes is proudly powered by WordPress and themed by Mukkamu Templates Novo Blogger